
El día grande de Jorquera – 22 de mayo
Con el alborear del 22 de mayo, los primeros romeros hacen presencia en las calles de engalanada Jorquera, huele a fiesta, a campo, a pólvora. En nuestro recorrido matutino nos encontramos con los primeros oficiales de la Hermandad que están engalanando los caballos que montaran los Embajadores, “flores, guirnaldas, monturas, ramales y atalajes” visten el color de la fiesta. Antes de las ocho de a mañana se escuchan las campanas de la torre de Santa María de la Asunción: Es la Misa y llamada a Embajadores. Hombres, mujeres, viejos y pequeñuelos están en la puerta para ver salir a su Madre María de Cubas y darle un adiós hasta el año venidero. Con los sones de la Banda de Música que lleva su nombre, en solemne procesión a Cubas llegamos a “La Fuente” (Paraje de la salida del pueblo) ; Los Embajadores en montura, dispuestos a despedir a su Virgen. El Cristiano comienza con los versos que Sebastian García un día escribió y que el mismo entonó en su suplica de despedida hasta otro año. Por otro lado el mahometano despide a María en nombre de todos los Jorqueranos con los versos que un día D. José Miñano Alcaraz, allá por el año 1872, Sacerdote de este pueblo nos dejo en su recuerdo.
Roto el silencio por el anuncio el Embajador acompañante Cristiano, los romeros enfilan el balcón del Júcar, Puente Romano, y Romería de la Virgen, donde la guardia mora con su abanderado a la cabeza hace señales de humo y correr de bandera, anunciando que la batalla entre moros y cristianos será inminente.
En el Paraje “De la Casa Trujillo” los Embajadores Cristianos, los sacerdotes, las autoridades con la imagen de María son sorprendidos dando lugar al primer alarde. Tras una batalla dialéctica, cristianos, tropa y romeros desvalidos por la lucha fiera, enfilan en camino de la Errada después de haber perdido la imagen venera de la Virgen de Cubas, las banderas, su Castillo y hacer prisioneros a todos los habitantes de Jorquera y devotos de la Señora de Cubas.
Las tropas cristianas derrotadas, bajo la calima del mes de mayo y el polvo del camino es el momento de colmar los cuerpos con el tradicional almuerzo y un buen trago del vino del que nos nutre las cepas centenarias de la ribera del Júcar.
A la Vista de “La Casilla de Martirio” y al oído de “¡Una hoguera hacer de sus astillas!” El Bando Cristiano sorprende a los Moros, dando lugar al segundo alarde. Con la conversión del mahometano al cristianismo, la rendición de las tropas y la petición del bautismo se da por finalizado el segundo alarde.
Unidos todos los jorqueranos de entusiasmo, enfilamos la cornicabra abajo, saludos, encuentros y emociones de años vividos entre romeros y devotos que de todas las localidades limítrofes salen al encuentro de su madre María de Cubas que retorna a su Santuario. Cubas es un hervidero de gentes, música, jolgorio, todos a los pies de la cuesta llevan en volandas a la Virgen a la puerta del Santuario, donde debajo de los peñones que rodean a su ermita nos despedidos con devoción y le pedimos su bendición. Tras la Misa, las compañías de Moros y cristianos celebramos la tradicional comida de hermandad en el tradicional “Rancho” (Salón de la hermandad en la pedanía de Cubas), como signo de unión y fraternidad de todos los hijos de la Virgen de Cubas.
Esta es nuestra alegría, esta es nuestra fiesta, esto es, por lo que todos y cada uno de los jorqueranos debemos de trabajar día a día porque “Un pueblo que pierde su historia está condenado a desaparecer”.
Andrés Medina Martínez.
PRESIDENTE DE LA HERMANDAD