El sueño de un peregrino
Tradición y vanguardia, solemnidad y folclore, promesas y sueños se dan cita cada año cuando llega el penúltimo fin de semana de abril y la patrona de Jorquera inicia su tradicional estancia en la iglesia de la Asunción de la misma localidad. Centenares de flores se arremolinan en torno a ella para festejar que la reina de los cielos invade el corazón de los jorqueranos, y no sólo de los jorqueranos sino de los innumerables peregrinos de todas las procedencias que recorren el camino colmados de ilusión y de ofrendas que cumplir.
Los días alargan su luz, símbolo de la estación florida que nos hace recordar que la flor de las flores ha llegado a Jorquera para admiración de todos.
Cánticos, poemas, madrigales y súplicas se le dedican desde todos los ámbitos, desde los mayores a los más pequeños a lo largo del escaso mes que permanece en la antigua amurallada villa.
La localidad se prepara para conmemorar las costumbres y tradiciones antepasadas. La cultura impregna cada grieta y la historia infiltra cada hogar del municipio.
Desfiles de carrozas, aderezos en las calles, novenas, composiciones musicales, comidas, procesiones, nombramiento de oficiales, misas, hogueras y muchos más acontecimientos se celebran en honor a la patrona del 19 al 23 de mayo. Fechas señaladas en rojo en el calendario de muchos cuando se inicia el año. Y es que es magnánime el fervor de los fieles por la Virgen de Cubas.
Desde su llegada hasta su despedida constantes luchas se libran en torno a Nuestra Señora en el alma de los presentes y en el pecho de los ausentes. Lucha recreada el 22 de mayo de cada año entre los embajadores moros y cristianos, que pugnan por poseer la imagen venerada. Una batalla dialéctica, digna del mismísimo Cicerón, alarde de retórica y de belleza sin igual.
La Tradición tutela la ancestral romería en la que vecinos de Jorquera y de aledaños pueblos y aldeas tienen su cita. Incontables son los romeros que desde Jorquera acompañan ese día a la Virgen de regreso a su Ribera, esperanzados en ser acogidos en los brazos de la Reina Celestial. Cualquier sacrificio es poco, así lo dicen los escritos. La Vanguardia legisla el camino hacia Cubas, cada espíritu forja un nuevo deseo para el año próximo: salud, amor, trabajo, fortaleza… Las notas musicales colorean la despedida de la patrona y la algarabía de los andariegos late en el paisaje manchego.
La Solemnidad conduce a las embajadas de Moros y de Cristianos que se dirigen a la ermita de Cubas para atesorar la preciada talla, y el Folclore es el nombre propio de las Fiestas de Jorquera. Las populares verbenas, los encuentros juveniles, las quedadas, la comida en El Rancho y las charlas matutinas al hilo del caminar hacen de estos festejos un hálito contagioso.
Las Promesas son las protagonistas de fechas tan señaladas, nadie permanece impasible al manto cobertor y milagroso de la Virgen. La renovación de los juramentos protagonizan las jornadas primaverales y cada quien planifica el regreso el próximo año.
Los anhelos de participar en dichas celebraciones y de venerar la imagen son el motor de los devotos. El mayor sueño de los jorqueranos no es otro que el poder contemplar otro año más de su vida a la hermosa Ribereña, y es que como ya dijera Calderón ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Ana M. López García